lunes, 30 de marzo de 2015

Vinos para verano



Con la llegada del calor los restaurantes elaboran cartas con platos más llevaderos y frescos. En cuanto a los vinos, son un producto que permanence constante a lo largo del año, pero podemos encontrar vinos más aconsejables para tomar durante esta época del año, como es el caso de los tintos jóvenes, los rosados y los blancos.

Con las altas temperaturas nuestro cuerpo pide bebidas de textura ligera, refrescantes y que faciliten una buena digestión.

Los jóvenes de Viura y mezcla de Viura-Chardonnay son vinos afrutados y frescos. Ideales para acompañar un aperitivo o con entrantes muy ligeros. 

Los Chardonnays sin barrica son más estructurados y de mayor persistencia. Maridan a la perfección con pescados y ahumados. 

Los rosados: Garnacha, Tempranillo y Cabernet Sauvignon o Merlot son compañeros imprescindibles del verano y de los entrantes como el arroz o la pasta. 

Los tintos jóvenes son golosos y vivos. Perfectos para ser disfrutados con aperitivos como embutidos, patés, quesos... 
Los vinos blancos dulces se deben tomar con quesos de cabra, foies y postres. Son la mejor sobremesa de una agradable comida. 

Un plato tan típico en verano como el gazpacho, combina perfectamente con el vino blanco muy seco o incluso aromático ya que el tomate pide un vino de una acidez similar a la suya.

Para los que buscan el vino ideal para el verano, también están los vinos de hielo o Eiswein (en alemán). Se trata de vinos dulces y refrescantes, con un curioso proceso de elaboración, hecho a base de uva helada con una fuerte concentración en azúcar. Es recomendable tomarlo como un vino de postre, con dulces, frutas o con foie, o bien degustarlo sin más en la sobremesa después de la comida.

En verano, el cava es otra opción. Ligero, brillante y chispeante se convierte en la bebida refrescante perfecta para tomar durante las comidas estivales.

Una copa de cava servida a la temperatura idónea (entre 5 y 8 grados) teniendo en cuenta la crianza del cava y la comida con la que se acompaña ayuda a combatir el calor.
Para los aperitivos es recomendable el efecto refrescante del Brut, que servido a la temperatura adecuada es un buen acompañante de los canapés, las ostras, los embutidos como el jamón, el queso o los frutos secos.

Para acompañar las comidas o cenas que incluyan todo tipo de ensaladas, mariscos, pescados y arroces es preferible el sabor afrutado y fresco con un toque de acidez estimulante del Brut.

El Gran Reserva, de aromas con matices tostados, es un cava con más cuerpo que marida perfectamente con platos más pesados como carnes y asados.

Por último, el cava Rosado es fresco, aromatico y ligero. Es el complemento perfecto para frutas y aperitivos.

Como podemos ver los vinos también pueden consumirse durante verano, pero deben servirse a la temperatura correcta, ya que gracias a este factor, se potencian tanto sus efectos olfativos como gustativos.

Un vino blanco joven debe servirse entre 7 y 10º, ya que una mayor temperatura resalta los aromas fermentativos y el grado de alcohol, mientras que una temperatura inferior, daría un sabor insípido y reduciría los aromas.

Un vino rosado debe servirse entre 10 y 12º, para mantener los aromas de la crianza.

El vino tinto se divide en tres tipos: joven, crianza y reserva. El tinto joven es preferible servirlo entre 12 y 15º, ya que esta temperatura respeta los caracteres de los tintos afrutados y potencia su frescura. Para el tinto de crianza lo ideal son 14 y 17º, pues es la mejor temperatura para no mermar su carácter frutal y su compleja crianza.

El tinto de reserva se debe servir entre 17 y 18º. Una temperatura que sobrepase estos niveles no permitirá apreciar los aromas terciarios de oxidación y reducción originados en la crianza, además el alcohol es potenciado en nariz, lo que puede provocar un desagradable gusto picante y esconder los sabores y aromas complejos de su envejecimiento.

Para los cavas y espumosos se recomienda una temperatura de 6 y 8º, de lo contrario pueden perderse sus matices aromáticos, resaltando los sabores amargos y verdosos. En resumen, perdiendo su finura.

Debemos recordar que al vino no le sientan bien los cambios bruscos de temperatura, así que para conseguir la temperatura adecuada se aconseja poner la botella en una cubitera con hielo.

Luis Fernando Heras Portillo

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