Hay
una “frase hecha” que no por continuamente repetida deja de ser cierta. El vino
bueno es el que a ti te guste. Yo no soy nada sofisticado en este sentido, no
tengo gustos extravagantes ni especialmente caros. He tenido la suerte de catar
vinos de precios que no están al alcance de muchos de nosotros y evidentemente
la mayoría me han parecido espectaculares, lo que quiere decir que un vino de
gama alta normalmente es un vino excepcional.
Pero
también he probado vinos de bajo coste con una relación calidad/precio
estupenda. Vinos de día a día, de disfrutar mientras se cocina, se ve una
película o… se escribe un libro.
Para
mí un buen vino es ese; el que te hace pasar de un momento corriente a uno de
disfrute. El que convierte una tarde cualquiera en una para recordar.
Independientemente del precio, de la marca o de la zona de producción.
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